La obra se divide en cuatro tomos, cuatro partes del mundo. Foto: E. Ara |
Recuerdo cuando de pequeño veía fotografías que marcaba en
los libros de texto o leía sobre países, comarcas y pueblos que me hacían soñar
con visitar algún día. Así fueron
quedando subrayados en el debe viajero lugares como el Mont Sant Michel, cráter
del Ngorongoro o nombres tan evocadores como el Territorio libre de Orange,
etc…
Más tarde, cuando las ansias viajeras se iban saciando poco
a poco, fueron los documentales los que me hicieron seguir soñando. Recuerdo una serie que emitió TVE, como casi
siempre, en el año 91 y que veía además en unas circunstancias difíciles para
mi familia: "La Ruta de la Seda." Un punto de vista oriental al viaje hacia
occidente con la maravillosa música de Kítaro.
Más tarde otra magnífica serie española: "La ruta de Samarkanda." También un recorrido por tierra, esta vez
desde España hacia Oriente.
El último, "Un Mundo Aparte."
El viaje total. La vuelta al
mundo. Viendo uno de sus últimos
capítulos fue cuando me dije que tenía que dejar de soñar y dar ese paso adelante
hacia el gran viaje que siempre he soñado.
Ahora acabo de terminar el (los) libros que con el mismo título a
escrito Daniel Landa.
En los documentales siempre vemos magníficos planos de
bellos y evocadores paisajes. Un mundo casi ideal que
nos oculta o, por lo menos no pone en primer plano, el enorme trabajo y
esfuerzo que necesita esa media hora o tres cuartos que dura un
capítulo. Trabajo y esfuerzo que se
acentúa cuando quien tiene que apoyarte se dedica a poner zancadillas.
Si hablo aquí del libro es porque lo recomiendo,
evidentemente. Yo no los he “devorado”,
leía poco cada día porque no quería que se acabasen, pero… se terminaron y he
quedado con ganas de más. No quiero añadir nada más sobre la obra. Es puro viaje y aquí dejo
el enlace para quien quiera conseguirla pues creo que no se distribuye en
librerías: Un Mundo Aparte (enlace)
Tan solo voy a hacer referencia a un pasaje que me llamó especialmente
la atención. Quizás, como yo no he
tenido la suerte de estar dos años de viaje, pensé que no entendía bien esa
alegría desbordada al entrar en España, al ver el cartel con la “E” rodeada de estrellas sobre fondo
azul. ¿A dónde volvías Daniel? En tu último demoledor capítulo describes la
esencia del país al que con tanta alegría celebrabais el regreso. Mediocridad, enchufismo, envidia... Un país de “listos” que no de
inteligentes. El vivo gana, el que
trabaja y se esfuerza pierde. No puedo
evitar recordar un artículo que corre por internet atribuido a Forges: “El
triunfo de los mediocres” del que tengo que citar un párrafo: “Estamos tan
acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el
estado natural de las cosas. Sus
excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para negar la
evidencia.”
Vosotros también sois excepción. ¡Dale..!
Gracias por la recomendación. Ayer lo empecé a leer y está muy bien.
ResponderEliminarUn saludo.
Si te animas a hacer una crónica de los libros, tienes el blog a tu disposición.
EliminarUn saludo